ÍNDICE
- Mis primeros contactos con las criptomonedas
- La mayor virtud de las criptomonedas
- Las criptomonedas son el mejor dinero privado
- Conclusión
1. Mis primeros contactos con las criptomonedas
A veces me resulta difícil creer que haya pasado tanto tiempo desde que escuché sobre las criptomonedas por primera vez. Mi contacto inicial fue algo breve: a mediados de 2011 (durante mi primera fiebre con las plataformas de “pago por clic”). La oferta de ganar bitcoins viendo publicidad me llevó a leer un poco sobre esa nueva moneda virtual y a consultar su precio en el mercado. Si mi memoria no me falla, en ese momento 1 BTC equivalía a 11 dólares estadounidenses. Curiosamente, la desestimé. No era lo que buscaba, o mejor dicho, no supe lo que tenía delante.
Dos años más tarde la moneda volvería a llamar mi atención. Max Keyser hablaba muy bien de Bitcoin en su programa de TV, el cual yo veía todas las semanas; comencé a leer noticias relacionadas con la criptomoneda. Para esa fecha su precio había alcanzado los 1.000 dólares y tuve la sensación de haber perdido la oportunidad de mi vida. Sin embargo, eso no me desanimó, me motivó a indagar más. Me pregunté si aún podía montarme en ese tren; realmente quería una respuesta.
Desde ese momento no perdí el interés. Mis lecturas se fueron incrementando a medida que pasaba el tiempo y, eventualmente, dejó de importarme cuánto bajase su precio en el corto plazo o cuándo comenzaría a subir. Porque mientras más aprendía sobre las bondades del protocolo propuesto por Satoshi Nakamoto, más me convencía de que, sin importar lo que pasara en su etapa temprana, cambiaría el mundo.
2. La mayor virtud de las criptomonedas
Es claro que lo que impulsó mi fiebre inicial fue una inmensa curiosidad y la búsqueda de mejores oportunidades; una moneda que podía cambiar libremente por dólares era algo muy atractivo en mi país de origen (Venezuela) donde el control de cambio hacía que conseguirlos en el mercado legal fuera difícil. Posteriormente me fue invadiendo también una fascinación por lo que estaba detrás; dinero libre y accesible para todos.
A pesar de lo que puedan decir sus detractores, no tengo miedo de afirmar que las criptomonedas son mucho más que dinero electrónico o redes informáticas. Son un ideal llevado a la realidad, la respuesta a necesidades preexistentes. Pero, por sobretodo, son un medio disruptivo para lograr un bienestar inclusivo y promover cambios necesarios en el sistema económico global.
Aunque muchos factores técnicos se suman para hacer de las criptomonedas lo que son, no creo equivocarme al afirmar que su pilar principal son sus protocolos de internet resistentes a la censura (eso que algunos llaman “descentralización”). Es decir, la capacidad de ofrecer seguridad sin la necesidad de confiar en una autoridad central para la toma de decisiones.
3. Las criptomonedas son el mejor dinero privado
El hecho de que ningún gobierno pueda imponer su política monetaria en las criptomonedas descentralizadas, además de las dificultades que tienen los mismos para imponer restricciones a su uso, les da una gran ventaja infranqueable a este tipo de activos, y las hace muy superiores a cualquier forma de dinero electrónico que pueda emitir una institución pública o privada. Si planteamos un sistema de dinero privado, pero sin la característica resistencia a la censura que nos ofrecen las criptomonedas, no podríamos esperar los mismos resultados.
Como muchos sabrán, esta muy bien fundamentada la desconfianza de los entusiastas de las criptomonedas en instituciones como el Estado y las corporaciones, ya que de ser estas las encargadas de su gestión, estaría en sus manos la posibilidad de recurrir a la modificación o supresión definitiva de las características más preciosas que puede tener un sistema monetario, pudiendo apelar por la manipulación de los mercados, el “estímulo” de las economías y la emisión expansiva con fines de financiación de sus propios gastos; algo que a fin de cuentas traería una excesiva inflación e introduciría en el mundo cripto ciclos económicos de auge y caída semejantes a aquellos de los que adolecen la mayoría de las economías a nivel mundial.
Pero esa no es la realidad en el caso de las criptomonedas. Estas siguen siendo lo que son porque nadie puede imponer por simple capricho las modificaciones que desee unilateralmente. Y aunque un cártel de instituciones pudiese cooptar cualquiera de ellas, sus protocolos de código abierto harían viable la supervivencia de una variante descentralizada por medio de una bifurcación de su blockchain (otra criptomoneda con las mismas características).
4. Conclusión
La mejor defensa que las criptomonedas descentralizadas han tenido durante todos estos años es que son “criaturas de mercado” que no están atadas al valor de otros activos, cuya conservación depende de sus propios participantes (usuarios, mineros e inversores), quienes tienen por principal interés protegerse de los cambios indeseables.
Así es y así seguirá siendo. En el futuro muchos más se unirán buscando resguardarse bajo lo que nosotros ya consideramos nuestro paraguas en la lluvia torrencial que se avecina, y vaya que es necesario que puedan comprender la importancia de la descentralización.